A todos nos queda claro que respecto a la tecnología, ya no hay reversa, no podemos salirnos de ella por más que quisiéramos pues es la realidad de las nuevas generaciones. Los niños, ahora llamados nativos digitales, son quienes se han adaptado en mayor grado a estas formas de comunicación y está perfecto. Sin embargo, su capacidad de discernir y de filtrar información, está en plena formación por ello es tan importante que las mamás sepamos cuando dar la tecnología y los riesgos de hacerlo antes de tiempo.
La regla 3, 6, 9, 12 es una propuesta para cuidar de la ola, tipo tsunami digital a la que nos enfrentamos. Consiste en:
Antes de los 3 años nada de tableta propia:
Cada vez en más frecuente encontrar a bebés con su tablet propia que no para de exhibir las mejores caricaturas una tras otra.
El problema consiste en que en estas tiernas edades se está desarrollando la capacidad de la pinza, que es el principio de la lecto-escritura y que al acostumbrarse a mover todo con las yemas de sus manitas dejan de practicar la motricidad fina.
Por otro lado, la retina no se ha acabado de madurar y la exposición a la luz pulsada (flashazos que salen de las pantallas) se puede lastimar sus ojitos, causando falsa miopía que es un problema que parece que no ven de lejos, pero es sólo porque el ojo se acostumbra a ver todo muy cerca y con demasiado color.
Finalmente el estar ensimismados en una pantalla se pierde la empatía como capacidad de convivencia pues el mensaje es “el mundo es personal”.
Antes de los 6 años nada de videojuegos:
El juicio del bien y el mal se está formando en estas edades, por ello si se recibe el mensaje que matar, empujar, quitar, pisar es bueno, se registra como una orden directa al inconsciente.
Los niños hasta los 6 años vibran en una onda cerebral semi hipnótica donde todo lo que se les dice o ven se recibe como una verdad, así se confunde el bien y el mal.
Además de ello, la adrenalina que aparece al estar tratando de pasar el nivel puede ser adictivo.
Una vez que pasan el nivel, el cuerpo recibe endorfina y así sucesivamente.
Antes de los 9 años nada de Internet a solas:
Todos sabemos que hay mucha violencia y pornografía en el Internet, por ello cuando un menor de 9 años navega solo, es muy probable que al poner cualquier palabra en el buscador le aparezcan escenas inapropiadas.
Los niños menores de 9 años sólo se asustan al ver estas escenas pornográficas o violentas y en muchos casos no lo reportan a sus padres.
Navegar sin tener la edad apropiada y una guía puede alterar los conceptos fundamentales de la vida como el amor de pareja y el respeto a otros.
Antes de los 12 nada de redes sociales, ni celular propio:
Tener celular propio con Internet es ALTAMENTE PELIGROSO pues así podrá accesar sin reparo a la pornografía, violencia o grupos destructivos.
Algunos niños y niñas están creando cierta adicción a la pornografía, que descubrieron por accidente o curiosidad y esto genera graves daños en el desarrollo de la personalidad.
Los chats de los menores de 13 años contienen en muchos casos groserías y ofensas que quizás ni entiendan pero que igual dañan a sus compañeros.
Respecto al controversial Facebook, hay cinco razones para no tenerlo antes de los 13 AÑOS:
- Es ilegal, la edad para abrir Facebook (por acuerdo legal) es de 13 años.
- Dejar que lo hagan, es fomentar a nuestros hijos que mientan con tal de tener lo que quieren (pues deben mentir en su fecha de nacimiento).
- No cuentan con el criterio adecuado para saber a quién agregar o no.
- Replicar o poner comentarios desagradables y fotos comprometedoras puede acabar con su reputación, esto lo pueden hacer por no tener edad para decidir, evitar las redes sociales antes de tiempo es una manera de proteger su integridad.
- Un pederasta tarda 8 minutos en desvestir a un menor en una cámara web… demasiado riesgo, ¿no crees?
Cuidar a nuestros hijos ante la tecnología, para evitar que tomen decisiones inadecuadas o copien comportamientos erróneos, es un derecho que deben tener todos los niños y las niñas para crecer de manera benéfica y con el derecho a la inocencia, que es algo fundamental para el sano desarrollo de la personalidad.