¿Te has fijado como son las patitas con sus patos? Para mí la pata es un ejemplo de la naturaleza de lo que es SER MAMÁ. Las patitas caminan muy firmes, decididas y seguras, se ve en ellas una confianza absoluta en que sus patitos las seguirán a donde sea, harán lo que ellas dicen y obedecerán porque ellos saben que mamá pata sabe lo que hace y gracias a ella se librarán de peligros. Jamás he visto a una pata discutiendo con sus patitos sobre por qué hay que caminar a tal velocidad o echarse al agua. Jamás la he visto pidiendo instrucciones o consejos a los patitos. Jamás la he visto tomando café con otras mamás patas para ver qué hace respecto a sus ideas y conceptos. Ella confía en sí misma.
Actualmente, las mamás, nos encontramos en la ola de la información que gracias a la tecnología nos acerca a miles de ideas, teorías, conceptos, consejos, prácticas y suposiciones sobre lo que es ser “mamá” y cómo hacerlo. Todo esto está súper bueno y maravilloso, siempre y cuando, tú no pierdas tu propia brújula. ¿Qué es tu propia brújula? Es ese radar interno que te dice lo que debes hacer o no, es la intuición femenina puesta al servicio de la maternidad. Es el filtro entre los millones de conceptos -que muchas veces se oponen unos a otros- y que te da claridad de cuál es lo que a ti te late.
Cuando no escuchamos nuestra propia intuición, y nos dejamos confundir por el sinfín de ideas que existen sobre la lactancia, la crianza, la alimentación, los cuidados, el sueño, los límites y un larguísimo etcétera, nos vamos convirtiendo en lo que yo llamo “gallinas sin cabeza”. ¿Quiénes son las gallinas sin cabeza? Cuando están preparando para la cocina a las gallinas, el cocinero le corta la cabeza, pero hay un breve momento que el cuerpo se sigue moviendo como loco y corriendo en todas direcciones para salvar su vida, aunque sabe que ya ha perdido la cabeza.
De esta forma, las mamás podemos ir perdiendo la cabeza cuando dejamos que nuestros hijos manden, que el medio nos confunda, que adoptemos una idea y luego otra y luego otra y luego otra sin sentido. Que dejemos que la crítica nos confunda y nos deje sin dirección… Yo también fui mamá joven con suegra dominante. Yo también tuve los sentimientos horribles de la culpa. Yo también pasé por las GRANDES DECICIONES sobre sacarlos de mi cuarto a los tres/cuatro meses y oírlo llorar. Yo también tuve que visitar 50 escuelas para decidir qué sería lo mejor. Todas hemos pasado por eso y todas nos hemos sentido en algún momento, abrumadas, confundidas y alteradas, como una gallina sin cabeza. Aquí el chiste es no vivir siempre ASÍ.
¿Qué podemos hacer para ser una mamá pata en vez de gallina sin cabeza? Lo más importante es recuperar la confianza en nosotras:
- En vez de leer cosas que te confunden, quédate con la idea que te haga clic interno, que te haga sentir cómoda y tranquila.
- No pruebes de todo, porque terminarás más alterada y sin saber qué hacer, porque todo funciona un poco.
- Deja la culpa para otro momento, piensa como mantra “es lo mejor que pude hacer en ese momento, tomé la mejor opción disponible”.
- Perdona tus errores, si hoy encontraste los mejores pañales para tu hijo y batallaste meses, no te culpes por no haberle dado eso desde el principio, alégrate por haberlo encontrado ahora.
- Trabaja en ti misma. He descubierto que cuando tenemos hijos pequeños dejamos a un lado el trabajo personal. Yo te recomiendo que lo pongas en el #1 de la agenda porque entre las hormonas, los dolores, el cansancio, el trajín del día y el manejo constante de la frustración de escuchar llorar a tu bebé, lo que requieres es ponerte en sintonía personal. Yo imparto uno maravilloso que se llama “Sana tu maternidad” que te puede ayudar.
Con estos tips, te aliento a ser la mamá pata que tus patitos merecen. Ningún patito merece cargar con la responsabilidad de cargar con las decisiones de mamá, los patitos merecen ser educados con firmeza, responsabilidad y determinación que les permitan a ellos caminar por la vida seguros también.
OJO: Seguros, no quiere decir perfectos, todos nos vamos a equivocar por ley de vida. Pero la seguridad te ayudará a no culparte y ser más compasivo contigo mismo.