Los bebés prematuros tienen escasas opciones de salir adelante, ya que sus órganos todavía no han madurado y pesan menos de lo que deberían; los que llegan a sobrevivir a veces llegan a tener secuelas de por vida.
Debido a eso un grupo de científicos del Hospital Clínico de Philadelphia, crearon un prototipo de vientre artificial extracorpóreo, donde los bebés se sumergen en fluido, alimentándose y respirando por un cordón umbilical.
El prototipo fue creado para bebés de 23 semanas, que tengan 5 meses y medio de gestación, con este tienen un 30% a un 50% de probabilidades de vivir. Luego de superar las 28 semanas las secuelas son más leves.
“Conseguir un lugar donde puedan madurar sus órganos durante unas semanas mejorará muchísimo su perspectiva de vida”, declaró el pediatra Alan W. Flake, quien presentó su artículo en la revista Nature Communications.
En el vientre artificial, el feto está sumergido en un saco lleno de líquido amniótico fabricado por el laboratorio. El fluido está en constante movimiento gracias a una maquinaria externa.
“Simulamos el entorno de la matriz materna suministrando nutrientes y factores de crecimiento que permitan a sus pulmones y demás órganos desarrollarse”, describe el fisiólogo Marcus G. Davey, quien diseñó el aparato que hace fluir el líquido.
Así mismo, el invento aísla al feto de posibles infecciones, controla la temperatura, presión, luz y monitoriza sus funciones vitales.
Pese a los logros que podría tener, este vientre se ha probado con éxito en fetos de ovejas ya que el desarrollo de los pulmones es muy similar al de los humanos, de acuerdo a las investigaciones el secreto del éxito está en el movimiento del fluido, el nuevo sistema dinámico demostró que funciona unos 28 días.
Tras estas pruebas vieron a los corderos recién nacidos respirando correctamente, alimentándose bien, abriendo ojos y echando lana, crecieron sin problema, sus órganos se desarrollaron adecuadamente al igual que su sistema nervioso.
Al inicio el prototipo eran tanques de cristal, tuvieron que pasar 3 años para crear un mejor envase, el cual es una bolsa de polietileno, flexible y que adopta la forma de un útero original. Por lo que calculan que en una década el dispositivo estaría listo para alojar a bebés y continúan su búsqueda para adaptarlo a la talla de los niños.