Este padecimiento es un trastorno del sueño, donde el cerebro es incapaz de regular los ciclos del despertar y dormir. Es poco frecuente durante la infancia y suele presentarse en la adolescencia y la juventud, lo anterior señalado en un artículo publicado por la Asociación Española de Pediatría.
Síntomas:
- Ataques repentinos de sueño: es el primer síntoma y afecta la calidad de vida de las personas. Estos ataques son siestas breves, bruscas e irreprimibles. En niños pequeños, aumentan su actividad tratando de compensar la somnolencia.
- Cataplejía: es la pérdida repentina de movimiento, que se desencadena por una emoción como la risa, sorpresa, miedo, angustia, ejercicio intenso o por fatiga. No se pierde el conocimiento, dura poco tiempo.
- Sueños vívidos: estas manifestaciones pueden aparecer también durante las siestas diurnas. Para muchos niños conllevan una carga de sufrimiento psicológico.
- Parálisis de sueño: es una sensación de inmovilidad durante segundos o minutos que se manifiesta al inicio del sueño o al final del mismo y, a veces, se acompaña de movimientos de parpadeo o gemidos.
Causa:
Se debe a la reducción de la cantidad de una proteína que produce el cerebro, llamada hipocretina. También por un componente genético y puede presentarse en otros integrantes de la familia.
Consecuencias:
- Sensación de fracaso
- Problemas de conducta
- Desmotivación
- Depresión
Diagnóstico:
Consultar al pediatra. Las pruebas necesarias se deben realizar en el hospital, preferiblemente en una unidad de sueño.
Tratamiento:
- Lo primero que debes hacer es que el niño sepa qué padece, así el menor podrá integrarse en su entorno, que no sea ignorado ni considerado objeto de burla.
- También debes informar a la escuela pues si presenta somnolencia diurna puede tener problemas de atención si no le informas a sus profesores y compañeros pueden ser considerados como vagos, perezosos e incluso toxicómanos
- Adecuar los horarios y las tareas escolares a las necesidades del niño.
- Se recomienda que no realice actividades peligrosas como natación y si lo hace siempre bajo supervisión.
- Siestas programadas.
Este trastorno no se cura pero, la somnolencia excesiva y la cataplejía, los síntomas más incapacitantes, se pueden controlar. Por los que debes acudir con un especialista quien medicará de manera adecuada a tu hijo.