No nos damos cuenta, no sabemos en qué momento sucedió… pero de repente te conviertes en ”La Mamá” y dejas de ser ”Paulina”, dejas de ser tú.
Hay todo tipo de mamás, eso es un hecho. Está la mamá súper trabajadora, la mamá súper consentidora, la mamá ‘whatsappera’, la mamá dedicada, la mamá cool, la mamá aburrida, la mamá socialité, etc. Pero hoy les quiero platicar sobre un tipo de mamá en especial: La mamá obsesionada.
Para entender a la mamá obsesionada, primero hay que dar una breve descripción de ella. La mamá obsesionada es aquella mamá que desde que nace su bebé, se olvida de todo lo demás. Y cuando digo de todo lo demás me refiero literal a eso: Se olvida de la pareja, de amigo/as, de sus actividades, de ella misma… ¡de la vida! Y muchas veces la opinión general es: ”Wow, esa mamá es la mamá más dedicada que conozco. Es la mejor mamá”, y después resulta que los hijos de este tipo de mamás normalmente son los primeros en salir corriendo de casa, chiflados y malagradecidos. Y nos preguntamos ¿por qué?, ¿cómo pudo suceder eso? Si ella era la mamá más dedicada a sus hijos.
Pues bien, es importante entender la diferencia entre ser una mamá dedicada a sus hijos, y ser una mamá que dedica el tiempo suficiente a sus hijos y más importante: ¡a ella misma!
Hay mucha controversia en este tema porque la imagen de antaño de una ”buena mamá”, era la mamá que se la pasaba en casa dedicada totalmente a los hijos. Hoy en día ese estereotipo de la ”buena mamá” ha cambiado un poco, pero las opiniones y críticas siempre estarán ahí, hagas lo que hagas.
Para ser sincera, a veces yo también me he considerado mamá obsesionada. Más de una vez me he sentido culpable por salir, por hacer mis actividades sin mi beba. Conozco a muchas mamás obsesionadas. Están las mamás que empiezan a tener problemas de pareja porque no quieren salir a ningún lado sin el bebé, entonces se olvidan del cine, el antro, el barecito, o una simple cenita con la pareja. Si llegan a salir es máximo 2 horas porque ”hay que estar de regreso con los hijos”. Están las mamás que dejan de hacer lo que les gusta porque primero está lo que quiera el hijo/a. Está bien, pero hay que turnarse, esos hijos se acostumbran después a que siempre es lo que ellos quieren, y lo que nosotras queremos ¿cuándo? Es importante que los hijos entiendan y respeten los gustos de su mamá también.
Aquí va lo bueno. Como papas nos toca una responsabilidad, que a mi punto de vista, es súper divertida. ¡Cultivar la FELICIDAD de nuestros hijos! La clave es muy simple: Para cultivar la felicidad de nuestros hijos, primero hay que cultivar la nuestra. Sí, TU FELICIDAD IMPORTA… ¡y mucho! La satisfacción de una mamá con su propia vida es mucho más importante para las habilidades sociales y emocionales de los hijos, que les des el gusto siempre, que premiarlos a cada rato, que decirles mil ochocientas veces que son los mejores en todo y que estar pegados con ellos las 24 horas.
Y entonces, ¿cómo le hago para no ser una mamá ”mala” y a la vez ser una mamá feliz? – Primero, tienes que quitarte de la cabeza que está mal hacer tus cosas, darte el gusto, tener tus actividades e invertir tiempo y dinero en ti.
¡Invierte en ti! No tiene nada de malo irte a dar un masaje, pedirle a la nana que te ayude un día con los hijos para irte a un café con las amigas o una cenita con la pareja. Darte el tiempo para tomar cursos, clases de pintura, yo que sé. No tiene nada de malo escoger la película que vas a ver con tus hijos una noche, tu opinión también es válida. Invierte en tu felicidad y al mismo tiempo estarás invirtiendo en la de tus hijos. Los hijos aprenden y construyen su realidad basándose en la nuestra (sus papás). Hagamos de nuestra realidad una realidad feliz.