Los bebés consiguen mayor sueño en la noche y duermen por periodos de tiempo más largos, si lo hacen solos después o en los 4 meses.
Los resultados contradicen las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría para el sueño seguro del bebé, la cual recomienda que los bebés compartan la habitación de los padres, pero no una cama, “idealmente durante un año y mínimo durante seis meses” para reducir el riesgo de síndrome de muerte súbita infantil o del lactante (SIDS o SMSL).
En ese momento, algunos prominentes pediatras cuestionaron las pruebas que respaldaban dicha idea. Entre los escépticos estaba Ian Paul, autor principal de este nuevo estudio publicado el lunes en Pediatrics.
Paul analizó los datos de 230 familias que participaron en un ensayo controlado que duró hasta que los niños cumplieran 2 años. A la mitad de las madres se les animó a mover a sus bebés desde los 3 meses de edad a su propia habitación. La otra mitad recibió un asesoramiento intensivo sobre la reducción del riesgo de SMSL, en el cual enfermeras visitaron el hogar y apoyaron para mejorar la seguridad del ambiente del sueño.
Los datos arrojaron que los niños que para los 4 meses ya dormían en su habitación, lo hacían mejor que aquellos que seguían durmiendo junto a sus padres, ya fuera en modo colecho o en una cuna en la misma habitación.
Esta mejora en el sueño, se traducía en un descanso más largo de hasta 9 horas seguidas. Teniendo en cuenta estos hallazgos, Paul hace un llamado a los padres de familia, para que midan las consecuencias de mantener a sus hijos en su habitación hasta que cumplan el primer año de vida.
“Hay tantos otros factores en la salud de los niños y los padres que son consecuencias de esta decisión. Es irresponsable que los padres empiecen a enviar a los niños a su propia habitación al año de edad, ya que es justo en esta etapa cuando sufren una ansiedad de separación. Es el peor momento para hacer un cambio desde una perspectiva de desarrollo, lo mejor es hacerlo antes”.