La dentición normal de los bebés comienza alrededor de los 3 ó 5 meses de edad. Pero en uno de cada 2 mil nacimientos hay bebés que ya llegan al mundo con dientes.
Si eres de las mamás que han vivido esta experiencia o por si estás embrazada y llegara a pasarle a tu bebé, no tienes porque asustarte, pues los dientes natales (como se les conoce) son 100% inofensivos. Su mayor riesgo y eso ya exagerando, es que puedan lastimarte al momento de la lactancia o que a tu bebé le causen un poco de problema al tragar, pero con supervisión adecuada, nada de esto tendría porque suceder.
Aunque las causas exactas aún son desconocidas, los científicos apuntan a que niños con un paladar un poco hundido tienden a nacer con un diente o hasta tres, también atribuyen a las deficiencias o exceso de calcio durante el embarazo, como una de las razones por las que pueden llegar al mundo con un dientecillo.
Hay cuatro tipos de dientes natales y lo mejor es que un médico, de preferencia odontopediatra revise a tu bebé, para que determine cuál es su caso:
- Coronas completamente desarrolladas, aunque sueltas, fijadas a unas pocas estructuras desde la raíz.
- Dientes sueltos que no tienen raíces en absoluto.
- Pequeños dientes que salen de las encías.
- Evidencia de dientes que se ven como si estuvieran a punto de cortar a través de las encías.
La mayoría de los casos de dientes natales implican sólo uno. Nacer con múltiples es aún más raro. Los delanteros inferiores son los más comunes, seguidos por los delanteros superiores. Menos del 1% de los bebés con dientes natales nacen con molares, esos son casos extraordinarios.
Usualmente en los casos de un sólo diente, el doctor de tu hijo te dirá que dejen pasar el tiempo y monitoreará el crecimiento de los siguientes dientes, pero si hay más de uno y el experto nota que puede haber un problema dental, entonces lo más seguro es que el bebé necesite extracciones, pero eso siempre lo debe valorar y decidir un especialista de salud.