Todas sabemos que hay momentos en la vida que es necesario dejar ir aquello que ya no nos pertenece, pero como decirle a una madre que su hijo o su hija ya no necesita de que lo protejas, ni que la cuides ni que estés al pendiente de él, para una madre que ha regalado los mejores años de su vida a un ser que ve crecer cada día, es muy difícil.

Los jóvenes piensan que es una necedad de los padres el querer supervisar todo cuando los hijos se van, y estoy de acuerdo que no funciona porque ellos necesitan libertad, pero hoy quiero tocar el corazón de esos hijos por los que se dio la vida, quizá me podrán decir, no es para tanto  o es más nadie los obligo a hacerlo, sin embargo el corazón de una madre no entiende eso.

He escrito mucho sobre los padres o las suegras que no dejan de meterse en la vida de los hijos, y es algo que repruebo totalmente, sin embargo hoy quiero hacer un llamado de amor y compasión hacia ellos, no todos tienen la fortuna de verse realizados en alguna actividad, quizá sus manos entorpecieron de tanto lavar, o sus ojos se desgastaron en alguna ocupación con la cual sacaron adelante a su familia , sus rodillas ya no les permiten moverse tan fácilmente y por más duro que parezca este es el cuadro de muchos padres que no se permitieron vivir por su compromiso de dar vida.

Hay un dicho que me encanta que dice “Como me ves te verás”  y ya me imagino a las chicas jóvenes que tengan a bien leerme decir, ¡Claro que no! Yo voy a ser… bla, bla, bla, bla, y es perfecto,  pero hay algo que no pueden ni siquiera pensar en este momento, y es ni más ni menos que la experiencia de los años, ella ha escrito tantas historias que salen de la realidad en ocasiones, porque así fue su entrega “Fuera de lo real”.

Hoy solo quiero abrazar a cada mujer que fue dejando su vida entre jalones y estirones como decía la Señora Josefina Morales de Campos, a esa mujer que se le llenaron los ojos de lágrimas cuando sus hijos dejaron el nido, que durante varios días entraba al cuarto vacío que días atrás lo lleno la risa y la complicidad de una hija o un hijo.

Quiero decirte que te admiro, te honro y te respeto, que si aún no has superado la partida de un hijo o una hija es normal, sé que te alegra que sean felices en su nueva vida pero ahora es el momento ideal para que tus ojos vean hacia ti misma, empieza a abrazar y amar cada parte de tu cuerpo, a dar gracias por estar viva pero sobre todo por haber contribuido a que un ser haya crecido bajo tu cuidado, es momento de estar para ti, recréate en tu corona de flores y mira el sol por las mañanas avalando tú belleza, y por las tardes suspira en el ocaso y da la bienvenida a la luna con amor, esto es parte de la magia de la vida.

Sal con tus amigas, diviértete, camina en el parque empieza a disfrutar de la vida, libérate del compromiso que por muchos años cargaste en tu corazón, ya no es necesario esto para decirte a ti misma que amas a tus hijos, ellos están escribiendo su propia historia y ya no te deben nada, ya llegara tu agente viajero a su casa a cobrar, será un hijo suyo, sangre de su sangre, y a ese hijo ellos deberán devolver toda tu entrega.

Goza la vida, entrega tus días al altar de tu cuerpo, de tu mente y de tu espíritu, que tu boca no solo diga “Misión cumplida” sino cada fibra de ti lo sienta y se expanda, y llegue tan alto que todos lo puedan sentir y se alegren de que por fin la gran mujer que es su madre es feliz y plena, que por fin encontró Vida en su propia vida, y este es el mejor ejemplo que les puedes dar, porque algún día ellos estarán en el mismo lugar que tú.

Bendiciones.