El hecho de que a tus hijos no les gusten las verduras es algo totalmente normal (no sólo un cliché) y se puede culpar a la evolución de ello.
De acuerdo con Popular Science, la especie humana evolucionó rodeada de plantas venenosas y la adicción de tu hijo a los dulces podría ser un instinto de supervivencia después de todo. Por otro lado, los venenos vienen en sabores amargos, al igual que las verduras. Para empeorar las cosas, los niños tienen más papilas gustativas y un mejor sentido del olfato que los adultos, por lo que esos sabores amargos los detectan muy rápido y los rechazan.
El Washington Post informó que este estado “selectivo” en los niños por lo general empieza alrededor de los 18 meses y empeora entre los años 2 y 6 años. Según el artículo mencionado, los científicos llaman a la renuencia a probar comida nueva “neofobia alimentaria” y de nuevo, no es culpa de tu hijo.
Por supuesto, no puedes alimentar a tu hijo con helado, galletas y frituras, porque a diferencia de nuestros antepasados prehistóricos, tú sabes que la salud es muy importante. Y alrededor del mundo, menos del 15% de los niños comen las cinco porciones recomendadas de verduras al día, informó Eureka Alert. Mientras que tu hijo nació con una preferencia por cosas más dulces, es posible guiarlos a mejores opciones dietéticas.
Para los niños, la comida es un problema emocional. Basta pensar en todos esos cuentos de hadas con manzanas envenenadas y casas de dulces. La autoalimentación es importante para tu hijo y un paso importante en su camino hacia la independencia.
Desafortunadamente, la comida es emocional para los padres también y a menudo involuntariamente participamos en comportamientos que harán a nuestros hijos comer verduras aún menos de lo que quieren hacerlo. ¿Alguna vez trataste de engañar a tu bebé para que comiera una cucharada más de puré? ¿O incitabas a tu hijo a darle una mordida más a una zanahoria? Los estudios demuestran que esa presión, crea emociones negativas hacia ese alimento y contribuye a las aversiones a éste que duran hasta la edad adulta.
Así que no presiones a tu hijo a comer sus verduras, simplemente no funcionará. Una opción es que tú comas bien tus verduras y tus hijos vean que las disfrutas, así inconscientemente estás ofreciendo verduras sin forzar el tema y tarde o temprano, tu esfuerzo dará frutos.