¡Probablemente mi mamá este en shock en este momento al leer el título de lo que hoy les escribo! Pero bueno, creo que ya a estas alturas se habrán dado cuenta de que sí… soy una de esas mamás que dejan que su hijo/a se ensucie ¡Y mucho!
No tengo absolutamente nada en contra de las mamás que siempre traen a sus hijos impecables, la verdad es que es admirable. Lo que si creo es que de vez en cuando debemos relajarnos en ese aspecto y dejarlos mojarse bajo la lluvia, brincar charcos, ensuciarse de salsa de tomate, hacer guerra de lodo etc. Son niños, y probablemente sea en la única etapa que se van a permitir libremente ENSUCIARSE! Así que dejémoslos ser eso… niños.
No solo es divertido si no que ¡también tiene sus beneficios ser un aficionado del lodo!
No hace mucho Bárbara (mi hija) empezó a gatear y junto con ese gran logro, también desarrolló una “obsesión” con las plantas y tierra. Mi casa está llena de plantas, soy como esas señoras que les gustan los gatos y tienen la casa llena de gatos pero yo con plantas. Así que ya se imaginaran la fascinación de Bárbara en su etapa de descubrir y asombrarse con cada cosa que se atraviesa en su vista. Las plantas fueron ganandose el cariño y respeto de Bárbara ya que desde entonces le enseñé que son casi-casi sagradas para mí! Los primeros días en que Bárbara ya podía dirigirse por si misma a donde se le daba la gana, normalmente se dirigía a mis macetas y ya para cuando volteaba, ya tenía la boca llena de tierra.
Como mamá primeriza al principio me traumé! Hasta que después leí que realmente hasta les hace bien un poquito de tierra. Obviamente no que desayunen, coman y cenen tierra pero el hecho de que ellos puedan convivir con la tierra, plantas y animales hace que se fortalezca su sistema inmunológico.
Muchos pensarán que Bárbara vive enferma por convivir con los perritos y porque siempre está jugando afuera en ríos, parques, montañas, en charcos y en lodo todo el tiempo, pero la realidad es que (gracias a Dios y a que la dejo que se ensucie) es todo lo contrario.
Así que mamis, relajense… tengan una toallita húmeda a la mano y un buen detergente y listo. ¡Déjenlos que se ensucien y que jueguen afuera!