Intentar consolar desesperadamente a un bebé cuyos dientes están saliendo a la luz, es de las cosas más tristes para las mamás, no sólo porque vemos a nuestros hijos sentir dolor, sino porque efectos secundarios comienzan a manifestarse también. Durante generaciones, madres han jurado que cosas aparentemente sin relación como la diarrea, la congestión y la fiebre pueden deberse a la dentición. Pero, ¿cuán altas son las fiebres durante la dentición?
El Dr. Eboni Hollier de Houston, certificado por la Junta en Pediatría de Desarrollo y Conducta, así como Pediatría General, dice que “si bien muchos padres notan que su hijo se siente tibio al tacto o tiene fiebre baja, la dentición en realidad no causa fiebre.” Hollier define una fiebre medida como una temperatura superior a 38 grados centígrados y la presencia de dicha fiebre se debe a un resfriado u otra enfermedad, no a la dentición.
Si la fiebre no es realmente un síntoma, ¿cómo pueden saber los padres si su bebé está comenzando a tener la dentición? De acuerdo con Hollier, las señales reveladoras son un aumento en la baba y la irritabilidad.
“Si después de un día o dos su hijo continúa sintiéndose tibio al tacto y parece estar empeorando con síntomas como aumento de la irritabilidad y la disminución de la actividad alimentaria y el nivel de actividad, es posible que experimente una enfermedad en lugar de solo la dentición”, dijo Hollier. “Para ayudar con los síntomas que se cree que se deben a la dentición, los padres pueden dar una dosis adecuada de acetaminofeno. También considere ofrecer un anillo de dentición frío o un cubo de leche materna congelado para bebés y paletas de hielo para ayudar a aliviarlo”.
El Dr. Bande Virgil de Atlanta, certificado por la Junta en pediatría, confirma que suposición de que la dentición causa fiebre, es errónea: “La fiebre no es un rasgo característico de la dentición, aunque muchos padres encuentran una temperatura elevada concurrente cuando su hijo está dentando. Es muy importante distinguir eso de que un niño esté enfermo”.
Virgil estuvo de acuerdo con Hollier en que cualquier temperatura superior a los 38 grados debería tener a los padres pensando en una causa viral o bacteriana. “Un niño que tiene una temperatura de 38 y se ve muy enfermo absolutamente debe ser evaluado por algo más que la dentición”, enfatiza. Los síntomas acompañantes que justifican un examen médico incluyen tos, dificultad para respirar, orina maloliente e incapacidad para beber líquidos.
El último consejo de Virgil es tomar seriamente en cuenta la edad del bebé y sus vacunas al debatir si se debe o no programar una cita. “Mientras más pequeño sea un bebé, y cuantas menos vacunas haya tenido, más deberíamos considerar la fiebre por otras causas además de los primeros dientes”, aconseja.