Y si no me creen, pregúntenle a mi chamaquito de cinco años que está en una etapa total de enamoramiento.
Lo más chistoso es que dejó a la “novia” en la vieja escuela y en los últimos meses sólo la hemos visto en un par de fiestas. Aún así él se declara en total compromiso y noviazgo con “L” (voy a guardarme su identidad, más vale jeje).
Hace poco la vio y aprovechó que de premio en un concurso le dieron un pintarrón para escribirle una frase. No puedo ni explicarles mi sensación cuando leí con sus letras claras y grandes “Te amo”. ¡Zaz! El niño de cinco le dedica esas palabras de amor a alguien más que no soy yo. Y esto apenas va empezando.
Es más, en una fiesta antes de esta abiertísima declaración de amor, ella se enojó porque él no quiso jugar algo y le mandó decir con un amigo que ya no serían novios. Aquel tenía el corazón roto. Lo juro. Vino corriendo a contarme y estaba cabizbajo y con los ojos rojos. Yo tenía que validar su emoción y le dije que su corazón estaba apachurrado y que ella dijo eso a lo mejor porque estaba molesta, pero que de todos modos seguirían siendo amigos y que era mejor. La siguiente ocasión que se encontraron él se acordó muy bien de “la ruptura” y como si fuera un adulto empezó a hacer conjeturas, como que a lo mejor el amigo había inventado eso y que seguían siendo novios. Y parece que sí, porque estaban como si nada abrazados y después vino el recado en el pintarrón.
Me sigo preguntando cómo le hacen las mamás de adolescentes, niñas y niños que empiezan en estos asuntos del amor. El otro día hablábamos el chiquillo y yo de mandar flores y le dije que los que se quieren se mandan flores entonces él muy conectado con sus emociones pues la soltó: “¿Sabes la dirección de “L”? para que le mande unas y sepa que la quiero y le escriba en la tarjetita cuánto la adoro” Me deja muda este niño. Una y otra vez. Atino a responderle que puedo averiguar la dirección y podemos escoger unas flores. El tema se le olvidó al día siguiente y yo no supe como cumplirle. Supongo que cuando se acuerde haremos lo que me pidió. Mientras espero, tampoco es que esté lista para fomentarle el romance.
Pero no me burlo, aunque también cumplo con la parte seria de explicarle que está muy chico y el amor de novios es para los grandes, que para todo hay tiempo, que ahorita juegue, sea niño y disfrute, que ella puede ser su amiga siempre. Pero ese chiquillo es más testarudo que su madre (difícil, pero no imposible) y no la tengo fácil cuando necesito que le baje dos rayitas a su enamoramiento.
Pero me tomo en serio sus sentimientos, no los minimizo. No puedo decirle que son tonterías porque entonces estaría nulificando lo que siente, pero si puedo explicarle desde el mejor lugar que hay cosas que son de grandes y chicos y que aunque crea que “No puede esperar para casarse con L” (dicho por él) si puede porque los niños no se casan. Además, me encanta que sea capaz de expresar sin obstáculos lo que siente.
Quiero creer que esta también es una etapa y añoro un poquito el día en que lleguemos a la época en que odiamos a las niñas jejeje.