Siempre insisto en que debemos tratar de no juzgarnos entre mamás, pero ¡Qué tal cuando los o las jueces no son ni integrantes del gremio y sus bienintencionadas opiniones se convierten en una crítica voraz!
Confieso que en más de una ocasión caí en eso de opinar sobre la maternidad sin ser mamá. Sigo pensando o creyendo en algunas de las cosas que decía, pero otras, en muchas otras, me he mordido la lengua.
Todos en algún momento somos expertos en todo, deportes, política, comportamiento humano y hasta maternidad aunque realmente no sepamos nada de ninguno de los temas.
Así que sí, es muy probable que este se convierta en un texto en defensa de las madres que a veces estamos desorientadas, cansadas, quejumbrosas, dudosas y NO somos perfectas y somos analizadas por más de una de nuestras amistades que NO saben de lo que hablan porque NO están en nuestra situación. Y como siempre digo, es preferible NO opinar de lo que se desconoce.
¡Claro que son válidos y bien recibidos consejos y comentarios!, sobre todo cuando los demás pueden ver algo que tal vez nosotras no estamos notando, pero establecer verdades absolutas como que la lactancia después del año ya no sirve, lo vas a hacer niño consentido por cualquier razón, descalificar el método de crianza elegido, si ya está muy grande para usar pañal de noche o cuestionar el tipo de relación que tienes con el papá (cuando no están juntos) y afirmar que no le pasa nada a los niños si pasan tres horas en el coche con tal de ir a la escuela ideal, o que no viajes con ellos a tal lado porque no lo van a disfrutar y ni se acordaran y así hasta las lecciones de que ellos enseñarán a su descendencia desde bebés a portarse en un restaurante “nice” y el típicooooooo y muy conocido “el mío jamás hará berrinche y se portará muy bien”. Esa la escucho constantemente de uno de mis mejores amigos (aunque no estemos con niños), asegura tendrá hijos soldados, como a él lo educaron, sin siquiera pensar que esos niños, que aún no existen, tendrán una mamá con voz y voto.
No suelo engancharme cuando me tocan este tipo de comentarios, sólo hago mis ojos de huevo cocido y sigo la plática sin profundizar. Esa no es una batalla que peleo, porque a veces la gente no entiende. Pero cuando la opinión viene de alguien cercano entro en polémica y si el caso lo amerita hago uso del irrefutable argumento: “es difícil hablar con tanta firmeza de algo que no conoces”. Ante eso no queda más que rendirse. Bueno, a veces a las mamás también nos gusta ganar con los adultos, no sólo con niños.
Pero a veces, como buena madre, esos comentarios te dejan pensando y puede que hasta les des cierta razón, hasta que caes en cuenta de que ellos lo ven así porque no están adentro. Entonces tienes que confiar una vez más en tu intuición, tu razonamiento y creer que estás haciendo las cosas de la mejor manera posible. Mientras no causes daño, no hay porque replantearse las cosas si quien habla al respecto nunca ha estado en tus zapatos. Puede sonar un poco radical, pero es de mucha ayuda para quienes estamos en esto.