Como muchas de ustedes ya saben – y otras tal vez no – soy maestra de meditación y coach de introspección. Les platico este detalle porque aunque no lo crean, aún así, hay días de la vida como mamá que busco la puerta ¡para salir corriendo!
Este año me propuse poner mucha más atención a cómo reacciono ante situaciones estresantes y no me dejaran mentir que ser mamá no es cosa fácil, especialmente cuando nuestros chiquilines están llorando a grito abierto. Estar consciente de cada una de nuestras emociones y las reacciones que vienen por consecuencia, no es tarea fácil. Sin embargo, quiero que sepas que es totalmente posible.
¿Para qué nos va a servir como mamás tener atención plena en nuestras reacciones y emociones?
Primero que nada podremos disfrutar muchísimo más de nuestro “rol” de mamás. El estar atentos de cómo nos sentimos, de cómo reaccionamos, de cuáles situaciones nos causan estrés o enojo, nos hace reflexionar y empezar a cambiar de hábitos emocionales que no nos están sirviendo y nos ayuda a sustituirlos por hábitos que nos harán crecer como personas, sobre todo como mamás.
¿Cómo puedo empezar a tomar consciencia sobre mis emociones y las reacciones que cada una conlleva?
A lo largo de los años me he dado cuenta que la meditación es una herramienta básica para la introspección. Si no nos damos el tiempo de meditar simplemente no lograremos llegar a conocernos al cien por ciento. Es de suma importancia que nos dediquemos ese momento de paz y reflexión a nosotras mismas. Los resultados después de hacer de la meditación un hábito son simplemente increíbles y motivantes.
Consejos para empezar a meditar:
- Dedica 10 minutos en la mañana y 10 minutos antes de dormir a la introspección.
- Busca un lugar donde puedas tener privacidad esos 10 minutos. Un lugar sin interrupciones y donde te sientas cómoda.
- Siéntate en una silla con la espalda recta, plantas de los pies separadas y sobre el suelo, manos descansando sobre tu regazo, y ojos cerrados.
- Lleva toda tu atención a tu respiración. Haz de tu respiración un acto consciente y sincroniza los latidos de tu corazón con tu respiración.
- Observa sin juzgar los pensamientos que pasan por tu mente y al darte cuenta de ellos simplemente déjalos pasar y regresa tu concentración a tu respiración.
Conforme vas haciendo de esta simple práctica un hábito, irás notando cambios en tu manera de reaccionar, vas a estar más alerta de tus emociones y tu humor y paciencia mejorarán. Al dedicar este tiempo para ti e ir cambiando los hábitos que no te funcionan por los que sí, estás enviando la señal a tus hijos de que la práctica de introspección nos trae bienestar físico, emocional y mental. Es una práctica que puede beneficiar tremendamente a tus hijos también.
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