Ya sea que tu familia sea fan de comer dulces o si tu hijo prefiere los alimentos salados entre comidas, la mayoría de los padres probablemente acepten que los refrigerios o snacks mejoran todo. Pero a pesar de lo increíbles que pueden ser, también pueden complicar los hábitos alimenticios saludables, especialmente cuando se trata de niños. Lo bueno es que un nuevo estudio descubrió que los hábitos de bocadillos de los niños los determina la genética y podría ayudar a las familias que desean establecer y lograr objetivos de salud a largo plazo.
Si alguna vez has notado que tú y tu hijo prefieren el mismo tipo de antojos, es la genética. Un estudio reciente publicado en Nutrients afirma que los hábitos de bocadillos de los niños están relacionados con la genética y se pueden reducir a tres variantes, según Genetic Engineering and Biotechnology News.
Una variante genética es una alteración en la secuencia de ADN de una persona, según Genos, y es lo que hace que cada persona sea única. Una variante puede determinar algo tan simple como el color de ojos o puede determinar si una persona está predispuesta a cierta enfermedad, por ejemplo. En el caso de este estudio, los investigadores de la Universidad de Guelph observaron tres posibles variantes genéticas relacionadas con el gusto: “preferencia dulce, sensibilidad al sabor graso y aversión a las verduras de hoja verde amarga”, según Science Daily.
A lo largo de tres días, los investigadores rastrearon día a día los hábitos alimenticios de 47 niños de entre 18 meses y 5 años, según Yahoo y determinaron que el 80% del grupo portaba al menos uno de los tres genes variantes. Además, los investigadores analizaron la saliva de cada individuo para determinar su perfil de sabor genético.
Como era de esperar, la mayoría de los niños gravitó hacia los alimentos cargados de azúcar. Curiosamente, los investigadores encontraron que los niños con esta variante genética consumían alimentos azucarados principalmente por las noches. Los niños con la variante de sensibilidad al sabor graso optaron por tentempiés con un mayor contenido de grasa (papas) mientras que los participantes con una aversión a las verduras también optaron por golosinas de mayor densidad energética. Los alimentos de mayor densidad energética son los que contienen mayores porcentajes de grasa y azúcar.
Elie Chamoun, investigadora en el estudio y candidata para doctorado en el Departamento de Salud Humana y Ciencias de la Nutrición en la Universidad de Guelph, cree que los hallazgos se remontan a la ciencia. Los niños con sensibilidad al sabor graso, por ejemplo, pueden tener una “baja sensibilidad oral” a los “alimentos grasos”, y es posible que no puedan “sentir” cuando están exagerando en esta área, según Neuroscience News.
Si se confirma una conexión concreta entre la genética y el gusto, se podría desarrollar una prueba para determinar la variante del sabor genético del niño. Conocer la variante de tu hijo podría ayudarte a comprender mejor sus hábitos alimenticios y qué tipo de comida chatarra quiere.
Chamoun dijo según Science Daily:
“Esta podría ser una herramienta valiosa para los padres que adapten la dieta de sus hijos. Por ejemplo, si sabe que su hijo tiene un mayor deseo de alimentos dulces en función de su genética, es más probable que limite o reduzca su acceso a esos alimentos en el hogar”.
Este estudio no pretende avergonzar a las personas que aman la comida chatarra o disfrutan de los bocadillos. La intención de Chamoun es brindar a los padres una comprensión más informada de los hábitos alimenticios de sus hijos y ayudarlos a establecer objetivos de salud a largo plazo.