Algunas mujeres creen firmemente que consumir la placenta después del nacimiento es de gran ayuda, y aunque esa creencia aún no se ha demostrado, un nuevo estudio al menos encontró que comer tu placenta después del parto no es riesgoso para tu recién nacido, según KVAL News.
Las defensoras de comer su propia placenta, también conocida como placentophagy, creen que el consumo de placenta puede estimular a las nuevas mamás, ayudar en cosas como la producción de leche y reducir el riesgo de depresión posparto, según The New York Daily News. También parece ser una tendencia creciente entre las mamás famosas, con las hermanas Kardashian que dicen comer su placenta “en pastillas” después de dar a luz.
Las hermanas Kardashian, junto con otras mamás famosas que comen placenta, como January Jones, Alicia Silverston, Mayim Bialik, Holly Madison y Stacy Keibler, probablemente se sentirán aliviadas por los hallazgos del último estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Nevada, Las Vegas y la Universidad Estatal de Oregón, y es la más grande de este tipo hasta la fecha, según KVAL News. Reconociendo que comer la placenta se ha convirtiendo en una “práctica cada vez más popular”, los investigadores estudiaron 23,000 registros de nacimiento para reunir datos sobre cuántas mujeres comían sus placentas, por qué lo hacían y si afectaba los resultados neonatales. Los resultados, publicados recientemente en Birth, fueron bastante tranquilizadores.
De los registros de nacimiento estudiados, poco menos de un tercio de las madres reportó (31.2%) consumir la placenta, la mayoría de las cuales lo hizo al tomar placenta liofilizada en forma de cápsula. Según el estudio, las mujeres que tuvieron partos en casa eran más propensas que otras a comer sus placentas, al igual que quienes padecieron depresión o ansiedad antes del embarazo.
Según Science, otros dos estudios recientes sobre la práctica de la placentophagy encontraron que las mujeres que comieron sus placentas “no tuvieron cambios significativos” en sus estados de ánimo, niveles de energía, hormonas o en la vinculación con su nuevo bebé que las madres que tomaron un placebo. Pero el valor en el estudio más reciente, es que sugiere que la placentophagy es al menos una práctica segura. Y ese es un detalle importante, ya que los Centros para el Control de Enfermedades publicaron un informe en junio de 2017 en el que reprobaban la práctica.
¿La razón de la decisión del CDC? Un recién nacido en Oregón contrajo una infección por Streptococcus agalactiae (GBS), después de nacer, que se relacionó con el consumo de píldoras de placenta de la madre. Sin embargo, según la Oregon State University, el informe de los CDC se “basó en un único estudio de caso”, que, a la luz de los resultados del nuevo estudio, parece una distinción importante. Por el contrario, como señaló el autor principal del estudio, Daniel Benyshek, profesor de antropología en la UNLV, los hallazgos del estudio OSU/UNLV brindan “pocas razones para prevenir la placofobia materna humana por temor a riesgos de salud para el bebé”.
En otras palabras, las píldoras de placenta podrían no ser útiles, pero como sugiere este estudio, probablemente tampoco dañan. Sin embargo, lo que es importante destacar es que consumir la placenta está lejos de ser la única opción que las nuevas madres tienen para sentirse mejor.
A diferencia de las píldoras de placenta, tanto la psicoterapia como los medicamentos antidepresivos son eficaces, así como cambios en el estilo de vida, según la Clínica Mayo. Por lo tanto, aunque puede que no exista peligro de administrar una píldora de placenta, es mejor consultar con tu médico cualquier decisión.