Se acercan peligrosamente las vacaciones. Seamos honestas, nos gusta eso de no estar corriendo todos los días, preparando uniformes y lunches, pero nos vuelve locas pensar en qué vamos a hacer con los chiquillos ¡dos meses! Porque una cosa es organizarnos dos semanas en invierno y semana santa y otra es tener niños en casa durante casi sesenta días.
Creo que desde mis épocas de la infancia no sabía de vacaciones de dos meses. Así que este período viene como en los viejos tiempos: desde finales de junio y hasta finales de agosto los niños no tendrán clases. Y aunque siempre está la alternativa de los benditos, afortunados y maravillosos cursos de verano, no es opción para todos los bolsillos o todas las dinámicas familiares, porque muchas veces son en lugares distintos y más lejanos a la escuela y armar la logística para llevar o recoger a los niños no es tan sencillo.
También está el plan de vacaciones familiares. Si nos toca salir ya la armamos y todos felices perooooo en promedio es una o si acaso dos semanas fuera. ¿Y el tiempo que queda? Porque además, si somos mamás chambeadoras saber que los niños están a la deriva todas las mañanas puede ser preocupante, porque tampoco está padre que se la pasen encerrados en casa. Nuestros eternos dilemas.
Entonces sí, las vacaciones son una temporada de descanso para unos pero de volverse locas para otras. Yo sé que hay excepciones y existen varias mamás entusiasmadas con su plan ya muy hecho para aprovechar y vivir el verano al máximo y tienen un programa diario. Las envidio de verdad.
Yo no soy de esas, aunque sí planeo algunas actividades con mi hijo, no tengo una agenda del diario y entro en pánico de saber que va a estar de vacaciones muchísimos días. Los niños sueltos en casa además de desarrollar su imaginación y creatividad también nos sorprenden con sus traviesas ocurrencias. ¿Cómo es la frase aquella? “el ocio es mal consejero” creo.
Y en la etapa del hijo preescolar que aún agarra las pinturas de mamá para decorar sus muñecos, los marcadores negros para medirse en la pared y rayarla, jugar con agua, sacar todos los disfraces y olvidarse de guardarlos, tirar los legos por toda la casa porque si no se “le va la idea”, que ya abre la alacena y el refri y deja huella de lo que encontró por donde pasa y cree que en días libres el iPad se usa sin límites y hay que desvelarse, se vuelve agotador.
Una solución para tratar de llevárnosla más leve es precisamente la planeación. Si vamos pensando ahora cómo resolveremos el tiempo libre de los chiquillos, seguramente el día que terminen la escuela será más sencillo, Vale la pena intentarlo.
Hace un año les puse por aquí recomendaciones de cosas que hacer o lugares que visitar en la Ciudad de México y alrededores en vacaciones. Les dejo el link de ese post para que tengan algunas ideas, de algo debe servir.