Con la tecnología y redes sociales, las mamás de hoy luchan contra la envidia más que nunca. Pero, ¿qué le sucede a tu cerebro cuando experimentas este sentimiento? ¿Y por qué no podemos simplemente dejarlo ir?
En primer lugar, dice Carol Barkes, es importante tener en cuenta que la envidia no es del todo mala. Barkes tiene un MBA en Manejo y Negociación de Conflictos y cursa un doctorado en psicología de alto rendimiento con énfasis en Neurociencia y Manejo de Conflictos. Si alguien puede enseñarnos una o dos cosas sobre la neurociencia de la envidia, es ella.
“La envidia es una parte vital de nuestro ADN evolutivo. Es una respuesta adaptativa a los recursos limitados compartidos por su grupo”, dice la profesora de la Universidad Estatal de Boise. “Cuando vemos lo que otros tienen, notamos lo que podríamos tener que aumentaría nuestras posibilidades de supervivencia”. Podemos usar esta sensación para impulsarnos a hacer y ser mejores.
Barkes continúa: “Nuestros cerebros son de naturaleza social, lo que nos ha ayudado a sobrevivir a pesar de no tener garras increíbles, dientes afilados o piel gruesa. Actuamos como un grupo para burlar las realidades de la naturaleza por lo que nuestro cerebro ha dedicado una cantidad significativa a interacción social. Es lo que nos ha mantenido a la cabeza de la cadena alimentaria”.
Esa es la cantidad correcta de perspectiva para ayudar a cambiar nuestra culpa por sentir celos de otra mamá amiga y sus bocadillos de súper alimentos o vientre plano, tal vez nos impulse a estar más sanas o en forma, pero sigue siendo una sensación molesta tener que luchar. ¿Por qué parece que siempre nos preocupamos por las personas de nuestra vida cotidiana? Según Barkes, la proximidad es la naturaleza de la bestia.
“Sentimos más envidia hacia aquellos en nuestro círculo social, nuestra ubicación geográfica, o quienes son como nosotros en otros atributos, luego lo hacemos hacia celebridades u otros valores atípicos. Prestamos más atención a la nuestra en grupos, personas del mismo sexo, condición social, capacidad, apariencia”.
Pero no es solo por quién tenemos envidia que tenga especificidad, también es de lo que tenemos envidia. La neurociencia indica que los seres humanos normalmente no envidian cosas abstractas, como la felicidad, tanto como hacemos cosas que podemos cuantificar como estado social, dinero, peso y ropa.
Si alguna vez te has preguntado si existe una diferencia entre la envidia y los celos, o si las palabras son intercambiables, las ciencias sociales también tienen una respuesta para eso. “Envidia es entre dos personas y aborda lo que otra persona tiene o es lo que le gustaría, podría ser un atributo como la belleza o algo sustancial como la riqueza”, aclara Barkes. “Los celos son entre tres personas y gira en torno a perder algo (o alguien) que tienes a otro”.
Barkes informa que la envidia se registra en la misma parte del cerebro que el dolor físico e, increíblemente, se puede tratar como tal con el ibuprofeno. ¡Sí! Aunque no lo creas.