Mentir es una de las cosas que aprenden nuestros hijos desde muy pequeños, no es necesario enseñarles, ellos nos tienen nuestro ejemplo o el de sus seres cercanos  para iniciar con esta etapa.

“Los niños en edad preescolar tienen mayor índice de inteligencia son más propensos a mentir”, asegura la Doctora Angela Crossman profesora de psicología en la John Jay College of Criminal Justice de Nueva York, quien investigó a fondo el tema.

Dentro de su estudio asegura que la habilidad para mentir desde temprano no es tan malo, a veces está relacionada con buenas habilidades sociales que desarrollará en la adolescencia.

Pero es necesario identificar que tipos de mentiras dicen los niños y en que etapas, para que como padres empecemos a guiarlos a un nivel de honestidad apropiada para su edad.

Primeras mentiras:

Las primeras mentiras llegan a la edad de 2 a 3 años, generalmente será para negar algo que han hecho o con el fin de ganar algo por sí mismos. La realidad es que si se descubre que están mintiendo, no es necesario castigarlos, sino hacer que reflexionen al respecto para que entiendan que lo que han hecho es algo malo, asegura la psiquiatra infantil Elizabeth Berger.

Agrega que sí tu reaccionas enojada y dices: “¿Rompiste ese vidrio?”, puede que lo que obtengas sea una mentira, en cambió si dices: ”Ve, se rompió ese vidrio”; conseguirás que el niño recapacite y admita la verdadera razón por lo que el vidrio terminó roto.

Ejemplos:

Los padres, abuelos y demás adultos deben evitar usar mentiras para obtener algo a cambio, ya que aunque tu hables y le hagas ver que mentir no es la mejor opción para ser honesto, tu ejemplo será fundamental para que este lo tomé con seriedad.

Por supuesto todo debe de ir de acuerdo a su edad, ya que hay mentiras que para un adulto son permitidas, como la existencia de Santa Claus que es parte de una de las ilusiones más importantes para todos los pequeños.

Consecuencias de mentir:

James Lehman, creador del programa ‘Empowering Parents’, asegura que como padres debemos advertirles a nuestros hijos mayores que todas las mentiras tienen consecuencias y deben afrontarlas.

Pero si las mentiras son controladas a una edad temprana es seguro que nuestros hijos se formen una personalidad honesta y que las utilicen sólo en ciertos casos, pero lo ideal es que al crecer no vivan llenos de mentiras, ya que lo importante de un ser humano no radica en una falsa personalidad, sino en una que no tenga laberintos, sin poses.