Por muchos años ha existido la creencia de que es saludable dejar que los bebés lloren, incluso en la sabiduría popular aseguran que le hace bien.
Por supuesto que es normal que los bebés lloren, ya que es la única manera que externan su incomodidad y aunque durante 20 años fue utilizada una técnica para conciliar el sueño a través del llanto hoy existen estudios que no están a favor de eso. Fue el doctor Richard Ferber, quien desarrolló ese método.
En un artículo publicado por el Clarín se reveló que existen consecuencias físicas y psíquicas, pues aumenta su estrés, lo cual puede dañar su sistema nervioso central, su crecimiento y la capacidad de aprendizaje.
El jefe de medicina psicosomática del hospital infantil de la Universidad de Múnich, Karl Heinrich Brisch explicó en una entrevista que otorgó al medio alemán Süddeutsche Zeitung, que esos bebés activan en su cerebro un programa de urgencia:
“Es muy similar al acto reflejo de la tanatosis (hacerse el muerto) observado en algunos animales que ven su vida amenazada”.
Finalmente esto afecta el desarrollo cerebral, pues aumenta su frecuencia cardíaca y niveles de estrés además gastará más energía, incluso asegura que no tendrá la misma interacción en su entorno, siendo esto un factor de riesgo para que pueda comunicar sus necesidades. A la larga puede tener traumas afectivos, problemas de sueño, ansiedad, dependencia y depresión.
Por su parte Fabienne Becker-Stoll, directora del Instituto de Pedagogía infantil de Baviera, añade al artículo que los pequeños requieren calor físico:
“Para satisfacer sus necesidades psíquicas elementales y reducir su estrés. Sólo de esta forma pueden construir vínculos seguros y confiados con sus padres, y después con las demás personas de su entorno”.
Ya lo sabes, es mejor prestar mayor atención, no hay necesidad de ignorar al pequeño pues depende totalmente de ti, muchos investigadores británicos han demostrado que los niños que siempre tienen sus necesidades cubiertas lloran mucho menos que los que reciben menos atención.