Sin duda alguna estamos viviendo tiempos muy difíciles y aunque las historias amargas abundan en las redes sociales también las más emotivas, como la de Alexandra Lovo López, quien en medio de la pandemia tuvo que esperar cuatro largos meses para un trasplante de corazón.
Su historia se volvió viral y es que la menor con apenas 4 meses de edad fue diagnosticada con cardiomiopatía dilatada, internada en marzo en un hospital de Nueva York, ciudad que era uno de los epicentros de la enfermedad COVID-19.
El padecimiento de Alexandra reducía la capacidad de bombear sangre debido a un debilitamiento del músculo cardíaco, tras un tratamiento breve sin éxito, los médicos confirmaron que la menor necesitaría un trasplante de corazón, incluso Lauren Glass, directora de trasplantes cardíacos pediátricos del hospital Mount Sinai Kravis Children’s aseguró que sin un trasplante la bebé “no habría vivido mucho”.
Cuatro meses después se logró encontrar un donante compatible aunque hubo obstaculos en medio de la pandemia, ya que el equipo médico estaba saturado por el coronavirus y pediatras habían sido transferidos a tratar a adultos por COVID-19.
“Ella tenía dificultad para respirar y baja presión sanguínea. Tenía un tubo de respiración y necesitaba muchos medicamentos para permanecer sedada. No podía estar despierta porque eso sería simplemente demasiada presión par su cuerpo”, explicó Glass a la BBC.
A la semana de haber llegado al hospital Mount Sinai, la operaron para implentar un “Berlin heart” o “corazón de Berlín”, que es un dispositivo de asistencia ventricular el cual ofrece apoyo mecánico al corazón y sustituye algunas funciones del órgano logrando bombear sangre, esto sirvió a mantenerla viva mientras encontraban a su donante compatible, aunque la operación la dejó vulnerable y se redobló la vigilancia.
El periodo de espera fue corto ya que Glass aseguró que con sus características solía tardar hasta un año en encontrarse un donante, aspectos como el tamaño del órgano y la sangre son muy importantes, incluso el 9 de julio llegó un corazón, pero no era compatible su sangre, por lo que recibió varias transfusiones sanguíneas.
“Inmediatamente antes del trasplante, debimos extraer su sangre y sustituirla por una sangre diferente, lo que nos permitió retirar algunos de los anticuerpos que normalmente podrían atacar un corazón que viene de una persona con un tipo sanguíneo diferente”, indicó la directora, trabajo que fue exhaustivo.
Tras hacerle varios test al nuevo corazón y garantizar que el donante no estaba infectado con COVID-19 y constatar que era seguro pudieron realizar el trasplante con éxito. Ahora Alexandra se recupera en casa en el barrio de Queens, en Nueva York y no hay indicio de rechazo, ahora la bebé está por cumplir 10 meses, aun debe ser monitoreada y requerirá diferentes terapias.
Ahora enfrenta nuevos desafíos ya que no tuvo el tiempo necesario para desarrollar las mismas habilidades que otros bebés de su edad, por lo que no puede caminar ni comer por la boca, pero su carita de felicidad es sin duda un regalo para su madre. Según Glass Alexandra “es una niña muy fuerte. Y después de todo lo que enfrentó, en medio de la locura de la pandemia, es una alegría estar cerca de ella”.
Además agregó que su apariencia es óptima, pues sonríe, juega e interactúa, incluso conquistó a médicos y enfermeros del hospital. La menor tendrá que tomar medicamentos el resto de su vida para evitar que su organismo rechace el nuevo corazón, sin embargo, al año disminuirán.