Los niños que manifiestan cierta clase de torpeza como saltar con una sola pierna, así como caídas continuas o que les cuesta mucho abotonarse la camisa podrían tener un trastorno en la coordinación del movimiento.
De acuerdo al neuropediatra del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla, el doctor Andrés Rodríguez, lo menores que padecen este trastorno alcanzan los hitos motores un poco más tarde a lo que corresponde con su edad.
El especialista explicó para EuropaPress que esta dificultad en la coordinación del movimiento se detecta desde temprana edad y los padres pueden observar si sus hijos de 2-3 años que no pueden hacer ciertos movimientos tienen que prestar mayor atención para que se le hagan diagnósticos.
“Hoy en día se conoce como el ‘trastorno del desarrollo de la coordinación motriz o dispraxia’, y esto engloba una serie de dificultades en el movimiento fino, como por ejemplo a la hora de escribir o de dibujar; o bien en los movimientos gruesos, que engloban la marcha, la carrera, el equilibrio y la coordinación de movimientos a nivel general”, detalló el especialista.
También indicó que las primeras sospechas de que algo puede estar sucediendo con sus hijos es que tengan muchas caídas, por ejemplo, los niños que pueden andar sobre los 12 a los 14, incluso 17 meses, pero si no anda, lo ideal es llevarlo con un especialista para analizarlo.
“Lo primero que hay que hacer es un diagnóstico clínico y analizar si el niño tiene dificultades para caminar o subir escaleras, para vestirse, o bien para pintar o jugar. Existe esa dificultad que nos pone sobre la pista. Se necesita una buena exploración neuropediátrica para que no haya detrás otras enfermedades más graves que puedan estar causando esa torpeza. Después, se deben realizar pruebas diagnósticas para descartar de nuevo enfermedades con síntomas parecidos”, dijo Rodríguez.
También en la edad escolar es importante observar si el menor tiene dificultades para escribir o dibujar, las dificultades pueden presentarse en la coordinación motriz fina y que se puede ocasionar alteración en el lenguaje en ocasiones.
De acuerdo al doctor el trastorno es relativamente frecuente y afecta al 1-2 por ciento de la población infantil, sobre el tratamiento indicó que de los 0 a los 6 años se trabaja en una atención temprana la cual se atiende en diferentes niveles, desde el motor con fisioterapeutas, luego la logopedia para descartar repercusiones en el lenguaje y finalmente a nivel cognitivo con una intervensión psicológica.
Al cumplir los 6 años se realiza en los menores una terapia ocupacional y gracias a las dinámicas los resultados presentan avances enormes, sobre todo cuando se les atiende desde las primeras señales.
“Siempre que tengamos niños con la sospecha clínica por cualquier profesional que pueda tratarse hay que consultar con un neuropediatra, ya que es esencial un diagnóstico diferencial para descartar otras enfermedades más graves que puedan dar síntomas parecidos desde que se detecta el problema”, detalló Andrés Rodríguez.